La exposición directa al sol es un gran factor de salud y de carga de energía vital pero, como todos los factores de salud (ejercicio, alimentación, sueño, juego, etc.) puede ser factor de enfermedad si es mal utilizado.
Los aspectos beneficiosos de una exposición adecuada al sol son múltiples: Bactericida, estimula el sistema inmunitario, disminuye la tensión arterial, fija el calcio en los huesos a través de la producción de vitamina D, tonifica el sistema nervioso, etc.
La energía solar se acumula debajo de la piel, en los melanocitos, productores de melanina, pigmento incoloro que en presencia de rayos UV-A se vuelve oscuro y es el causante del color bronceado de la piel. Esta melanina es el factor protector natural mas efectivo para evitar quemaduras solares. Cuando estamos bronceados podemos alargar la exposición al sol sin peligro de quemaduras. Por ello la exposición al sol debe ser progresiva, dando tiempo al cuerpo para la producción de melanina.
También tendremos en cuenta que la radiación UV-C es en parte absorbida por la capa de ozono. Al estar ésta disminuida nos llega con más intensidad.
Cuando por motivos de trabajo al aire libre o por motivos de ocio, la exposición al sol se alarga en el tiempo, no son solo las quemaduras de la piel lo que preocupa sino la cantidad de radiación solar que atravesando la piel puede producir alteraciones celulares que van desde envejecimiento prematuro hasta el cáncer de piel.
En estos casos es necesario una protección añadida: Las cremas de protección solar.
Estas cremas tienen sustancias que actúan como filtros, absorbiendo parte de las radiaciones solares, por lo que disminuyen sus efectos, pero no los eliminan totalmente. La protección total no existe.
Las primeras cremas solares que salieron al mercado estaban compuestas por tantos ingredientes químicos, agresivos para la piel, que” casi era peor el remedio que la enfermedad”.
Afortunadamente, ahora tenemos en el mercado, cremas naturales compuestas por aceites vegetales (aloe vera, coco, jojoba, aguacate, zanahoria, karité, etc.), pigmentos minerales (dióxido de titanio, óxido de zinc, etc.), que siendo inocuos para la piel, llegan a factores de protección entre 15 y 20, lo que es suficiente para una exposición razonable.
A estas ventajas sobre la salud de nuestra piel hay que sumarle el respeto medioambiental. Si se aconseja que después del baño (mar o piscina) volvamos a untarnos de crema es que ésa crema se ha quedado en el agua…
Protegeremos con especial esmero la piel de nuestros niños, pues son más sensibles a los efectos perjudiciales de la radiación solar, y la de aquellas personas con la piel mas clara, ya que tienen menos factor protector natural (melanina).
Master en Medicina Naturista y Pscoterapeuta
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